Cuando de pronto te llega alguna emoción que te disgusta y no esperas, imagina un torrente repentino de agua, el primer impulso será querer cerrar la válvula y no permitir que pase pero detener el flujo de agua no hace que el agua se vaya. En cambio, comienza a acumularse y a hacer presión y a crear daños en otras partes o simplemente se estanca ahí… comienza a tener un efecto dominó en toda tu vida.
Validar tus emociones no significa que son lógicas, ni que las tienes que entender. Validar tus sentimientos no los hace más verdad de lo que ya son.
Cuando reconoces una emoción, esta a menudo desaparecerá por sí sola, todo lo que realmente necesitas hacer es aceptarla, solo tienes que dejarte estar allí. Los sentimientos, una vez que se sienten, comienzan a cambiar con el tiempo. Al escuchar y reconocer tus emociones les permites fluir y cambiar.
Aprender a procesar las emociones en tiempo real es la mejor manera de sanar.
Sucede también que cuando no podemos validar nuestros propios sentimientos, hacemos una búsqueda interminable para tratar de obligar a otros a que lo hagan por nosotros, pero nunca funciona. Realmente nunca conseguimos lo que necesitamos, porque la validación que realmente necesitamos es la nuestra.
Escucha tus emociones, recíbelas, valídalas y déjalas ir.
Paloma ✨🌏😘